Llegamos al compound, después de pasar varios controles fuera y dentro. No ven mi nombre en ninguna de las listas, a pesar de todo, “ok no problem, you can come in”. Esto me hace dudar acerca de qué medidas de seguridad hay realmente o de si sirven para algo.
Cuando veo el pub, la pista de baile y la terraza al aire libre de British Aerospace, viajo en el espacio y en el tiempo, hasta digamos el Benidorm de los años 70. Los ingleses con su piel sonrosada, sus jarras de cerveza habían conquistado ya las calles y los bares del otrora apacible pueblecito mediterráneo, Ben y dorm - ven y duerme.
Nos tomamos unos perritos calientes en la terraza, primeras carcajadas, comentarios jocosos en voz alta, mezclada eso sí con la musiquilla del habla propia de la cortesía británica. Dentro claro, en la pista inmensa de madera, reina la música inglesa, salvo un paréntesis latino de dos canciones (¡Santana incluido, milagro!). Mohammed, mi amigo libanés va a la pista y empieza a bailar en el circulo vacío con dos mujeres de cierta edad. Su táctica dice, es bailar a primera hora con mujeres mayores, para que las más jóvenes se fijen en él para luego....Veo a un chico en los oscuros límites de la pista de baile que me dice con acento árabe, you know who am I?, se ha dado cuenta de mi confusión, tardo unos segundos en reaccionar. Es el novio de Josefina, que resulta que no es libanés sino libio, como pensaba yo por error, ¿porque las dos nacionalidades empiezan por lib?, ¿y porque yo pensaba que sólo había una Trípoli en el Líbano?. Seguramente por eso.
Hay predominio casi abrumador de británicos, pero claro ciertos personajes asiduos de la noche de Riad son inevitables. Luca, cuya piel morena destaca en el mar de teces blancas y sonrosadas, está sentado de espaldas a la barra con su jarra de cerveza casera “homemade” (no había alcohol original), como esperando algo que tarda en llegar. Saluda a varias mujeres que aparecen a su alrededor Teresa, María Fernanda y Maria José que acaban de llegar. Unos minutos después me doy cuenta de mi segunda confusión, el que he rebautizado como Luca, es en realidad Dimitri, trabajador de la Embajada francesa, nada que ver con los helicópteros del italiano. El diskjockey libanés-italiano no puede tardar en pasear su breve figura. Me saluda y me da la impresión de que le suena vagamente mi cara (quizá ese chico discreto pero a veces inoportuno se ha cruzado en sus fiestas o en sus conversaciones con las mujeres). Me pregunto qué ven en él las féminas que se acercan a él. Como sé que para él soy prácticamente transparente (¡seguro que puede ver las mujeres que están detrás de mí!), le miro durante unos segundo. Pues ¡¡¡sí señor!!!, tiene unos ojos grandes, expresivos y me atrevería a decir que bonitos, ¿por qué no decirlo?, al César lo que es del César. No puedo ver más atractivos en ese momento. Para seguir reconociendo méritos diré que Stefan, que ha vuelto de vacaciones, luce una bonita camisa de rayas, su castellano parece que sigue creciendo y lleva un tiempo sin fumar los tres paquetes que se fumaba, un vicio menos.
Teresa me recuerda la gente que ha invitado y no ha venido, entre ellas mi compañera de trabajo Fátima. En ese momento recuerdo la página www.angloarabia.com y las razones que argumenté para no ir a un sitio como éste. Dentro del pub, y rodeado de gente hablando, bailando, riendo parece fuera de lugar pensar a qué se dedica esta empresa, de hecho lo he pensado pocas veces durante la noche. Fabricar armas de destrucción masiva o cemento es igual, se trata de hacer tu trabajo y no darle vueltas a la cabeza, ¿no?.
La conversación con una amiga de Maria José resulta de las más interesantes. Ha venido a hacer un reportaje sobre terrorismo y ha vivido en Irak, Siria, Egipto. Tiene un espíritu muy curioso y muy vital. Intento averiguar indirectamente con la conversación, en qué trabaja ella y su marido, no hay forma, no lo consigo. Habla un inglés casi perfecto, a pesar de eso Teresa me comenta al oído que los españoles tenemos un acento fuerte hablando el idioma de Shakaspeare ¡!. Seguidamente María José me pregunta cuántos hijos tiene Maria Fernanda, detalle que desconozco totalmente. De hecho jamás la he podido ver en compañía de ningún hijo. El ocio occidental en Arabia Saudí tiende a dividir a cada uno de los miembros de las familias. Otra peculiaridad más. Los ventiladores del techo de la terraza hacen que sea más agradable la terraza que el interior, con un ambiente demasiado viciado de distintos humos.
La noche avanza, la pista se va llenando y el repertorio musical llega a los 80: Michael Jackson cuando todavía tenía nariz, Whitney Houston cuando no esnifaba, bailo un poco aunque empiezo a sentirme cansado.....Fuera la noche también se anima, el grupo de enfermeras checas está cada vez más acompañado por distintos chicos procedentes de distintos grupos, que a esa altura de la noche se van disgregando. Si se sale fuera cada 10 minutos se podía ver a chicos distintos, y a distintas parejas que pasaban con agilidad de la pista de baile a la terraza, cuando era oportuno. A veces al volver a los asientos uno de los dos miembros de la pareja había cambiado.
Garret es un chico venezolano muy chistoso que puede parecer, libanés ¿o libio por qué no?. Trabaja en un hospital en la carretera de Qassim. Vivió muchos años en Denver. No muy alto, moreno, de pelo rizado y de poblada barba, dentro del límite admitido por la mutawin-policía religiosa para sus nuevos miembros. Me dice el chico que esta fiesta es un “mercado de carne”. Creo que estoy de acuerdo pero me planteo una duda. No puedo evitar compararlo con Naseem, el mercado de coches más grande de Riad. Allí los compradores se fijan en el cuerpo o carrocería del coche, en el motor, en los años, en los repuestos, en los kilómetros, en la marca, en el color, en algunos caprichos personales, en razones íntimas o sentimentales, incluso. Ningún comprador razonable, se basaría en una sola parte del coche para decidir, tendrá en cuenta muchas cosas. ¿Por qué entonces si las fiestas del British Aerospace Compound son mercados de personas, sólo cuenta la carne, que es sólo una parte de nosotros?. Me habla también de un torneo de fútbol organizado por las Embajadas (entre otras la española), para el próximo octubre, del que no tenía noticia.
Hago un contacto para jugar al squash o al tenis en el Fal. Después Mohammed me presenta a un grupo de británicos. Una de las chicas me dice hello de forma desganada y se da la vuelta dándome la espalda. Me pregunto las razones del desplante. ¿Quizá ha percibido en mis ojos algún síntoma de rechazo o desaprobación al modo de vida de la mayoría de los occidentales expatriados en este país?. No creo que ni se le pase por la cabeza, ni en realidad imagino que por su cerebro pase algo distinto de las necesidades básicas, a saber: trabajar, cobrar, comer, comprar, beber..... y claro el mercado de carne también. Me presenta también a un inglés bastante joven, un “gentleman” con aspecto de buena persona, sincera y con un punto de ingenuidad. Acaba de llegar hace unos meses, trabaja en British Aerospace y espera quedarse no mucho tiempo, unos cinco años ¡!. Mientras habla, intuyo que por su cabeza pasa la idea de que lo que hace su empresa no es contribuir a la paz mundial precisamente, sino más bien lo que muestra www.angloarabia.com. . Pero, ¿qué puede hacer, él un ingeniero al que ofrecen un sueldo considerable a pocos años de terminar sus estudios?. Si no lo acepta él, otro estaría en su puesto. No es más que una pieza del engranaje de una máquina difícil de parar. ¿Pero qué pasaría si muchas piezas de la máquina dejan de funcionar al mismo tiempo?. ¿Una huelga de ingenieros expatriados en Arabia Saudí?. Soñar es gratis.
Una cosa curiosa de Arabia es la mezcla de edades que se produce en estas fiestas de “compounds” occidentales. Evidentemente no pueden organizar “disco nights” por edades, con lo cual a la variedad de nacionalidades se une la de edades. En esta fiesta la mayoría de los mujeres que van están casadas”, me dice Teresa, pero en la mayoría de los casos el marido no las acompaña.
La noche llega a su fin la pista sigue llena y Mohammed que sigue bailando en la pista, ha cambiado años por kilos, y ahora baila con una chica considerablemente más joven que las anteriores y de un volumen mucho mayor. En ese momento bailo con Fernanda, me quedo con su desparpajo y espontaneidad en estas fiestas, y su punto de locura.
La salida a través de los pasillos es lenta y se detiene en el lobby, que le da un aspecto de hotel, donde un recepcionista entrega bolsos y abbayas, en vez de las llaves de la habitaciones. Yo lo sigo viendo como ese Hotel detenido en 1970, de esa localidad de Alicante tan británica. Ya es el momento de cumplir la segunda parte de la recomendación, explícita en el nombre: dorm!!!.
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