Friday 30 August 2013

16º Aniversario de la ejecución de Miguel Ángel Blanco ...y memoria de una rebelión ciudadana…




12 de Julio de 1997,  mediodía en Bilbao. Una multitud interminable se arremolina en torno a la Gran Vía intentando avanzar hacia el punto de partida de la manifestación. Los  autobuses y los trenes de Cercanías de Abando se suceden con una frecuencia excepcional, como lo es el momento.
Hace calor, mientras intentamos ubicarnos Esther se  encuentra con una compañera de la Facultad, a la que saluda efusivamente, sonrisas, gestos cómplices que lo dicen todo sin decir nada. Había un paradójico clima de euforia, quizá por la multitud, la efervescencia del momento o quizá porque un sentimiento tan compartido como reprimido por fin iba a poder ser gritado. Pero a nadie se le escapaba lo dramático de la situación, aunque lo intentáramos aplacar con sonrisas nerviosas. ETA había secuestrado  al concejal del Partido Popular en Ermua, Miguel Ángel Blanco Garrido, el 10 de julio, y  daban un plazo imposible de 48  horas al Gobierno para que acercara a todos sus presos a cárceles de Euskadi.  De lo contrario el edil sería ejecutado tan sólo unas horas después de la manifestación. Con esta vuelta de tuerca, o huida hacia delante era como una ETA enrabietada quería responder a la liberación, una semana antes, del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, encerrado en un zulo de 7,5 m2 durante 532 días. “Ortega Lara está muerto y enterrado”, habían espetado los de siempre, por la espalda,  semanas atrás  en mi Llodio de adopción, tras advertir el paso de un lazo azul conmemorativo del secuestro.





La multitud empieza a moverse pesadamente, la emotividad es máxima: las  manos se alzan arriba, “éstas son nuestras armas”, “vida sí, ETA no”, ”ETA, escucha,  aquí tienes mi nuca”. Un ejército  de manos blancas alzadas, de manos indignadas, pero también de almas en vilo, compungidas, que se querían convencer que los de siempre, a pesar de su conocida catadura moral, no serían capaces de cometer tal infamia contra la voluntad mayoritariamente expresada de los vascos. Jóvenes, mayores, de toda condición y opinión, por fin como un solo pueblo que se levanta en múltiples concentraciones, protestas, organizadas y espontáneas…. Bilbao, Donosti, Vitoria-Gazteiz, Basauri, Galdácano, Llodio, Ermua, daba igual. Daba igual que algunos partidos políticos quisieran marcar distancias entre sí, con sus pancartas personalizadas. Desde el 10 de julio todo Euskadi parecía una única e inmensa manifestación, una marea imparable de tantas y tantas conciencias, y tan calladas, hasta ese día, muchas de ellas. Quizá fue por miedo, por conveniencia, por coincidencia en los objetivos políticos de los asesinos, por deseo de parecer equidistante, o por la insensibilidad ante lo que se convierte en costumbre por muy horrible que sea, o por una combinación de todas estas razones. Las palabras, en algunos casos, podían ser más dañinas que el propio silencio. Frases como "Algo habrán hecho" (los asesinados) o "espero que ningún concejal amenazado viva en mi bloque" martilleaban las convicciones morales más básicas de una sociedad. Pero la cuestión es que ahora habían dicho ¡¡¡Basta Ya!!!.¿Pero por qué precisamente en ese momento y con esa contundencia?.





En la naturaleza se desencadenan transformaciones radicales como resultado de alteraciones aparentemente pequeñas de uno de los factores que determinan el equilibrio del ecosistema. Es el caso  de pequeñas subidas de temperatura que pueden suponer que se pierdan cosechas, se trasmitan enfermedades,  suba el nivel de los mares debido a la fusión del hielo de los polos. Es el llamado efecto umbral, en el que una pequeña alteración de las variables, por unos mecanismos de retroalimentación positiva, consigue un efecto final descomunal y de magnitud desproporcionada, casi nunca previsible. Paralelamente, unas décimas en la escala de Richter pueden ser la diferencia entre un fuerte terremoto sin grandes consecuencias, y el “big one” devastador con tsunami incluido. En los procesos de cambio social pareciera que podría ocurrir algo parecido.


En Euskadi el vaso a punto de colmarse se encontró con esta vuelta de tuerca, esta huida hacia delante ignominiosa de ETA, y rebosó. Los terroristas querían ensayar un ominoso chantaje emocional al conjunto de la sociedad, que se sentiría identificada con una víctima, un chico de Ermua de 29 años, hijo de inmigrantes gallegos, y que, según sus cálculos, acabaría sucumbiendo. Pero los resultados no fueron los esperados.  La chispa de este depravado crimen  prendió la mecha  de la indignación finalmente, después de décadas de silencio, pasividad, y aceptación resignada de una extorsión social y económica u omertà (comodidad y 0 problemas  a cambio de silencio), con las honrosas excepciones de asociaciones pacifistas como Gesto por la Paz, unos pocas, demasiado pocas, personas comprometidas, y por supuesto los propios cargos públicos de los partidos amenazados. Superado ese umbral, el grado de tolerancia social de violencia terrorista, los vascos se rebelaron y ocuparon las calles para defender unos  principios en teoría prepolíticos y mayoritariamente compartidos, pero en absoluto garantizados, como son el derecho  a la vida, a la libertad de  expresión y opinión, y nuestra  propia dignidad como pueblo. Había que luchar por ellos con uñas y dientes, entonces sí.


La hora del ultimátum se acerca  y mucha gente  decide irse a sus casas para ver el desenlace en la televisión. En casa de la tía de Esther asistimos tensos  a cualquier noticia que pueda  surgir, y en seguida hay un especial informativo con la última hora. Sólo una hora después del vencimiento del plazo, a eso de las 5 de la tarde, han encontrado un cuerpo en las afueras del pueblo guipuzcoano de Lasarte que podría ser el de Miguel Ángel. Inmediatamente oímos un cohete, con todos los visos de ser una celebración. Me imagino a algunos vecinos lanzándolo desde una colina cercana y se me encoge el  alma. La sensación de irrealidad y desconcierto creo que es nuestro único  mecanismo de  defensa en ese momento.  Hay  mucha confusión, aparece su hermana María del Mar Blanco, informando que se trata de su hermano y que está herido, se abría una puerta a la  esperanza. Sin embargo, cuando llegan más detalles todo se hace terriblemente sombrío. Se habla de coma neurológico. Comparece Iñaki Azkuna, Consejero de Sanidad por aquel entonces. Lo hace  con un tono didáctico y a  la vez cercano, campechano, como el del médico que tiene que dar malas noticias, las peores, a la desdichada familia de un herido de gravedad. Pretendía mostrar templanza, pero la sonrisa nerviosa le delata. Miguel Ángel tiene dos proyectiles de bala alojados en la cabeza que han causado daños irreversibles  y cierra casi todas las puertas, a una “esperanza que es complicada”. Unas horas después se confirman los  tristes presagios. El hermano de Esther, siempre mesurado y discreto, de repente irrumpe en la casa y advierte a su mujer que si algún conocido, simpatizante de Herri Batasuna, osa en algún momento acercarse a ellos en la calle, no responde de sus actos. En cuestión de minutos se pasa de de la esperanza, de la incredulidad, de la indignación a una intensísima rabia  general con la confirmación de la muerte del concejal.




Las manifestaciones de repulsa, se suceden de manera espontánea y en algunos casos incontrolada durante los días siguientes días, muchos ciudadanos, que nunca antes  se habían manifestado, se encaran con militantes y simpatizantes de Herri Batasuna,  la gente rodea sus sedes donde éstos se refugian, las inundan de pegatinas, y en algunos casos aislados, a pesar de la llamada a la calma de los líderes políticos,  causan destrozos e incluso las queman como el caso de la sede de HB en Ermua. En Galdácano las calles están inundadas de pancartas, de pasquines. Los que han disfrutado tantos años del monopolio de la calle para lanzar sus proclamas y sus bravatas, sienten claramente que se la han arrebatado, al menos temporalmente. Escucho entre susurros, la conversación de dos mujeres en una cafetería, “pues que quieres que te diga chica, me parece excesivo que por esto se suspendan las fiestas del Carmen de Santurtzi y Baracaldo”.  Sólo unos días antes los susurros, el asistir cabizbajo a las noticias de asesinatos en las cafeterías eran monopolio de la mayoría  silenciosa de Euskadi. Kepa Sagarduy, el Director de una de las oficinas bancarias de la localidad vizcaína se mostraba crispado, ante la sucesión de actos de repulsa…”pues  no sé yo de qué va esto de las concentraciones” se atreve  a decir.  Pues aunque no lo pareciera iba  también del concejal de San Sebastián Gregorio Ordónez  Fenollar (1995), de la mujer Margarita González Mansilla, alcanzada por la bomba dirigida a José María Aznar  (1995),  del catedrático Francisco Tomás y Valiente (1996), el concejal del Partido Popular de Sevilla, Alberto Jiménez-Becerril Barrio y su esposa Ascensión García Ortiz (1998),  del concejal del PP  de Rentería, José Luis Caso Cortines  (1997) y su sucesor, alcanzado por una moto bomba, José Luis Zamarreño Villoria (1998),  del concejal del PP en Zarauz,  José Ignacio Iruretagoyena  Larrañaga  (1998), del Secretario general del PSE-EE de Álava,  Fernando Buesa Blanco (2000),  del periodista José Luis López de la Calle (2000), el presidente de la patronal Adegi José María Korta Uranga (2000), el catedrático Ernest Lluch Martín (2000),  el cocinero de la Comandancia de Marina de Donostia, Román Díaz García (2001), o de los los ecuatorianos aplastados en la T4 Diego Armando Estacio Sivisapa y  Carlos Alonso Palate Sailema (2006), los guardias civiles de Calvià, Carlos Saéz de Tejada García y Diego Salvá Lezáun  (2009), o de la última vícitima de ETA hasta la fecha, el francés Jean Serge Nérin (2010),  y de tantos otros hasta completar el total de 829 asesinados por la organización terrorista  en toda su historia. https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Asesinatos_cometidos_por_ETA_desde_la_muerte_de_Francisco_Franco . Pareciera como si las buenas gentes, con la indignación y rabia desbordadas,  decidieran llorarles y gritarles a todos a la vez, a los asesinados antes del 13 de julio de 1997…..y quizá  también a los que pudiera haber después. Pareciera como si la dignidad colectiva, por momentos agonizante, hubiera decidido revolverse con un contundente e inesperado latigazo, (hasta aquí hemos llegado), como una vigorosa marea de rebeldía frente a la ignominia y la resignación…que con el mismo estrépito  se podría acabar retirando, cediendo con  prontitud mucho del terreno ganado…


Tras los tsunamis,  que son fenómenos excepcionales en los que se supera el umbral y todo se altera, si se dan las condiciones adecuadas, se puede volver a la situación de partida. Por qué en los 13 años siguientes ETA pudo volver a cometer decenas de asesinatos de concejales, cocineros, policías, empresarios con tregua de por medio incluida?  ¿Por qué  su entorno pudo volver a instalar este clima de amedrentamiento y  de silencio  resignado en las calles?.  Probablemente varios factores influyeron. En primera lugar, seguían manteniendo una base de apoyo social y capacidad de atemorizar y extorsionar económicamente a la sociedad,  aunque  ciertamente decreciente. Por supuesto no volvieron a repetir el “error” de  un secuestro con ejecución diferida en el tiempo, pero sobre todo  hay que destacar el comportamiento de los partidos políticos. Si algún mensaje quedó claro era el  de un grito unánime ciudadano contra la salvajada de ETA Y y un basta ya, absolutamente apartidista y que trascendía de cualquier elemento ideológico del eje nacionalismo-independentismo-constitucionalismo,  era un clamor, un mandato prepolítico mayoritario para que desapareciera ETA de una vez del mapa.   Los partidos no lo entendieron así, o no quisieron entenderlo, y en vez de priorizar una unidad política en torno a ese objetivo, maniobraron conforme a sus intereses a corto plazo. El bloque nacionalista, con Herri Batasuna incluida, probablemente atemorizado por el efecto electoral adverso que la  movilización ciudadana podría tener  para ellos, convergió y pactó una agenda soberanista (Lizarra 1999), mientras el bloque constitucionalista se enrocó y endureció sus posturas respecto  al nacionalismo viendo el rédito electoral que podía obtener en Euskadi  y  en el resto de España.

Años después, recuerdo una charla que versaba supuestamente sobre la limpieza étnica de los kosovares a manos de los serbios en la casa de cultura de mi pueblo, Llodio. El ponente, tras desarrollar sucintamente los hechos que llevaron a este estado de cosas en Kosovo, retratar la situación actual y plantear los posibles escenarios futuros y sus implicaciones internacionales acabó hablando, en un giro casi inverosímil,  de las circunstancias de la “muerte” de Miguel Ángel Blanco. El nexo de unión era el papel que juegan o pueden jugar los medios de comunicación en los conflictos. Con una vehemencia que rondaba el paroxismo nos pretendió convencer de que la contundente respuesta social al asesinato de concejal del Partido Popular había sido “fabricada” por los medios de comunicación, es decir que no es que éstos se encontraran con ese descomunal fenómeno y fueran condicionados y hasta cierto punto arrastrados por él sino más bien lo contrario. El conferenciante volvía una y otra vez al mismo punto, en el que la vehemencia y desazón que mostraba mostraban la poca credibilidad de su argumento de la manipulación mediática. Sus ojos, su expresión y su voz mostraban más bien que no se había recobrado aún el desconcierto que le provocó esa marea ciudadana “cómo si no se explica esto” venían a decir. Mientras los asistentes,  permanecíamos, ausentes, cabizbajos, silenciosos y si saber a dónde mirar. Las aguas habían vuelto a su cauce.


ETA, con la excusa de lograr la independencia de Euskal Herria, ha utilizado el terror y la socialización del sufrimiento de  su ponencia de 1993 “Oldartzen”  para someter y extorsionar a toda una sociedad, a pesar de que la base social que la apoyaba era claramente minoría. Una pieza fundamental para ese objetivo era el sometimiento y supeditación de un movimiento político como la izquierda abertzale a dicha estrategia, que llegaba hasta el punto de trasmitir a la sociedad que la izquierda independentista vasca era una pieza indisoluble del entremado etarra, cuando no tenía por qué haber sido así. Las honrosas y meritorias excepciones de personas como Francisco Letamendía, Txema Montero, o Txomin Ziluaga no pudieron ser más que eso. Fueron convenientemente cribadas y apartadas para que su ejemplo no cundiera. El que quisiera imitarles ya sabía dónde tenía la puerta.  El principio de acción-reacción en su enfrentamiento con el Estado era una de sus excusas principales. Así mismo, ETA, desde hace muchos años, se ha convertido en un objetivo en sí mismo, en la medida que es el medio de vida para sus miembros, que saben perfectamente que ningún gobierno español cederá a sus supuestas pretensiones políticas. La captación se ha ido haciendo más complicada, teniendo que recurrir a perfiles de personas más susceptibles de ser aleccionadas, y manipuladas, que necesitan recibir ingentes dosis de odio y de resentimiento para ser útiles a las causa. Odio  y resentimiento que probablemente sobrevivirán a la propia  organización en ese entorno social. Su capacidad de asesinar y extorsionar y su basa social se ha ido erosionado hasta casi apagarse definitivamente. Pero los daños de todo tipo, y sobre todo humanos y morales que han causado a la sociedad vasca tardarán mucho más en superarse. El miedo, la cultura de la violencia,  odio, la intolerancia, la miseria moral en la que ha vivido buena parte  de la sociedad vasca no se borrarán de la noche a la mañana. Además ETA y  su entorno han canibalizado un buen número de movimientos sociales alternativos existentes en Euskadi y Navarra con aspiraciones totalmente legítimas, infiltrándose en sus bases, e inutilizándolos ética y moralmente durante décadas para luchar por los legítimos fines para los que habían sido creados. Recuerdo una gran manifestación antimilitarista en Bilbao, con lemas en contra de los ejércitos y a favor de la insumisión. Recuerdo también un mar de incomprensión e indiferencia ante un lazo azul recordando que había personas secuestradas. ¿Tan sorprendente es que un antimilitarista mostrara su rechazo a las actos terroristas de ETA Militar?.   Por otro lado no podemos perder de vista que el terrorismo de ETA, incluso en su etapa menguante, ha sido una pantalla perfecta para esconder o marginar de la agenda pública y mediática conflictos y  problemas sociales de gran calado.

El planteamiento cortoplacista y falto de grandeza de la mayoría de los partidos políticos tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco quizá puede darnos algunas claves para el momento actual, a pesar de que las circunstancias actuales sean distintas y lo sucedido en aquellos días de julio se irrepetible y difícilmente comparable con nada.  Vivimos tiempos en los que principios y fines mayoritariamente compartidos como la Justicia, la Libertad y  la Dignidad, la Honradez y la Diligencia de los servidores públicos, o la Garantía de unos servicios sanitarios, sociales y sistema educativos públicos eficaces para garantizar la igualdad de oportunidades, no están en absoluto asegurados. Son más que nunca objetivos a conquistar en España y en el mundo que nos ha tocado vivir. Por lo  tanto, si la sociedad  fía todo a la gestión de los políticos en los distintos niveles de responsabilidad, las posibilidades de un resultado satisfactorio son prácticamente nulas. Sin embargo, una sociedad civil organizada concienciada y vigilante, unida y con nervio movilizador, estarán en mejores condiciones para forzar que sus representantes políticos respondan a las necesidades de la mayoría de la gente y no a los intereses económicos y de poder de determinados grupos. De ello dependerá que exista Política con mayúsculas que tenga como centro del debate los problemas reales de la gente, frente al partidismo de polémicas estériles y en muchos casos artificiales.

No comments: